sábado, 29 de septiembre de 2012

PRIMER TESTAMENTO


Estoy aquí, de pie.
Cada día más yo y más distante de mí.
Pero aquí estoy: decidido a quedarme
como una llama entre las llamas.
No saldré con pancartas a las calles
a gritar mi inocencia;
no anidará en mi cuarto sino el tiempo
que se queda dormido;
no tendré una respuesta
ni un pozo de agua salobre donde amarme;
no esperarán por mí ni la ternura
ni el pálido enemigo que levanta las manos;
no seré mi camino.
La libertad no alcanza semejante cordura.
Pero aquí estoy, tan vivo,
multiplicándome como una hierba mala.
Y no me importa el sinsonte [1] que no vine a buscar
ni la historia y su trampa
ni el moriviví [2] de la política.
Aquí estoy. Convencido de mí hasta los huesos.
Y no saldré con pancartas a mentir;
no aplaudiré; no jugaré a la guerra por trofeos;
no mojará mi sudor las palabras de nadie.
No seré yo la huella de otro pie.
Ni su ruido.
Aquí estoy, simplemente. Aquí me tienen.
Aún de carne y hueso:
vulnerable, mortal.
Olvídenme, o todo lo demás.
Que yo no espero:
yo estaré siempre aquí.
Aún haciendo planes como un madrugador:
con una estrella de repuesto en el bolsillo.



[1] Sinsonte: pájaro de canto variado y melodioso.
[2] Moriviví: Sensitiva (planta mimosácea).

miércoles, 26 de septiembre de 2012

LAS VISITACIONES


Vendrán por mí, desfavorables,
disfrazados aún; ángeles del mal olor
van a llegar borrachos como las hormigas voladoras del verano.
Y mi mano caliza no alcanzará la luz para apagarla:
descubrirán entonces que no soy recuerdo
que conservo la espalda
que algo se desenreda en mi lugar como una rosa.
Descubrirán que no estoy solo:
a sus ojos quemados por el frío,
se alzarán mis pichones hasta quebrar de música mi cuarto.
Descubrirán que ya no estoy donde una noche honda, abandonado.
Que yo no era su semilla,
que no se haría el rocío sobre mí.
Y no podrán también donarme sus señales de vueltas.
Y yo veré la pena correr contaminada desde sus uniformes.
Y el resplandor robado de las armas
y algunas órdenes precisas.
Nos miraremos como estatuas vecinas
indiferentes a la luz
y a los gorriones.
Nos miraremos sin vernos:
cuando lleguen será tarde una vez más:
ellos, con el poder al hombro como un falso botín
y otra gacela muerta encadenada
no seguirán sino su frágil camino de regreso.
Y yo no seré yo:
no volverán a cerrarse las puertas de mi horizonte
y de mi rabia.
Algo saldrá detrás de mí
entre el sollozo y la guitarra
hasta otras manos igual de corazones
y de piedras.
Algo.
Todo se irá detrás de mí.
Y ya no habrá fronteras
ni espíritus armados, ni quien piense en un golpe
desfavorable, un día.
Cada locura tendrá su loco en mi país.
Y para siempre. 

domingo, 23 de septiembre de 2012

HOMENAJE / ANÓNIMO


Hubo una vez un árbol con furia de arco iris.
Tenía pecados que morder y pájaros sin fechas y nidos calienticos.
Tenía incluso sombra.
A su vaivén llegamos cualquier día
_posiblemente el último_
como a las pesadillas:
con el aliento justo para decapitarnos
contra el oro fingido de una rama.
Alguno tuvo tiempo y liberó la única paloma
o se tragó botellas con ron y con mensajes.
Otros ni eso: quizá un segundo atropellado
para situar el norte.
Y nada más.

Eso hace mucho tiempo, mucho.
Tanto, que sólo un extravío
conduce a su recuerdo: un árbol no debe
no puede tener furia de arco iris.
¿Porque entonces el rayo?
¿Y la sequía entonces?

Hay ahora un alboroto sordo de auras allá lejos.
Tan allá que casi puedes dibujar una nube.
Una columna triste sube desde el posible rincón de las raíces.
De nosotros quedan fugaces luces _y nocturnas:
escapamos a diario de la gloria
como en las pesadillas.

¿Como en las pesadillas?

¿Habrá otra vez otro árbol...? 

jueves, 20 de septiembre de 2012

ÚLTIMO BOCETO


Arriba, como a punto de irse y ser una metáfora
o un anillo de Einstein
lo único alcanzable para todos:
el cielo, con aviones sin rumbo
y pájaros mediocres que regresan
y amarillos casuales y juguetes.

(Sobra el disparo; sobran las brujas que ascienden
desde cada discurso,
las noches de tormenta y las banderas).

Casi al centro una línea quebrada:
un temblor para que no naufraguen los deseos,
para que asciendan al agua de seguir vivos
el más allá y el infinito y toda fe.

(Los barcos de papel ya tienen puerto
y aún la tierra se parece a una pera).

Más abajo alguien se traga el agua y la devuelve;
y hay compases que recuerdan la ola
y el accidente de la orilla;
todavía se aburre una pelota
y el olor es de cuerpos desnudos
en espera del sol.

(Olvido los dioses, los turistas
la desesperación del salvavidas, y el guardián.
Olvido los que se van o los que llegan,
porque no alcanza el lienzo para tanto desdén.
Y porque es mío el lienzo.
Y porque olvido los límites entre uno y otro verde).

Inocente, me deshago del tiempo:
ignoro quién me despertará cuando despierte:
si una luna o un astro de Miró
o un frente frío, la insolación,
o un policía triste o una garza.
Ignoro si todavía tendré espacio
para la magia de una garza.
Pero voy a pensarla como nunca
desde mi único escondite:
desde el mundo ignorado de la firma. 

lunes, 17 de septiembre de 2012

MARINA Y SUEÑO


Para Santiago, Manolín y por supuesto, el mar.

Es mejor tener suerte.
Que el pez más pez arrastre a uno hasta el orgasmo,
su penitencia
o su enemigo:
hasta ser el temblor de una curruca
o una espina o el sargazo.
Que el mar travesti o golondrina
derrame de una vez su anzuelo verde
y uno tenga esperanza de tierra firme
de una flor, de la esperanza:
aunque el tinte se borre desde el ojo a la espalda
y venga a ser otro recuerdo
del sol que nunca fue
o que olvidamos
o que nos obligaron a olvidar.
Que la espiral del aguacero
se detenga
y suba el agua como un pulpo
hasta el cielo abisal
y uno caiga de bruces, pero alado,
donde comience el día,
un solo día donde hacerse una imagen
o una sombra siquiera:
un contorno que no tengamos que devolver
ni agradecer a nadie.

Que la nube no cambie su aluminio,
que uno esconda su resplandor para la fiesta
que haya siempre un minuto para el relámpago
y el trueno y el fango y la crecida.
Y que aún después nos quede espacio en el dibujo
para hablar solos o correr.

Es mejor tener suerte:
ser uno mismo vapor de agua,
ascender el asombro del mediodía,
caer.

Y que haya siempre una nube a un soplo del suicidio,
y una llovizna joven
y un Nilo con ranas delirantes
y un camino aún por caminar.
Y que haya más:
un mar despierto en cada ojo, en cada madrugada;
y entre esas dos mentiras el pez más pez
hacia atrás, penetrando todas las soledades del Zodíaco.

Es mejor tener suerte:
uno tiene su heraldo, su máscara
necesidad del claroscuro
y el margen de no cumplir pronósticos.

Es posible la deriva o el regreso.

Y aunque no quede sangre por huir
ni quien la necesite
será posible aún
abrirse el pecho a picotazos. 

viernes, 14 de septiembre de 2012

COMO UNA DESPEDIDA


Adiós pájaro seco pájaro de otra muerte
pájaro que una tarde te robaste mi jaula.
Adiós tristeza mía.
Sigo creyendo en ti, tu sed,
el ala en vilo que dejaste sobre mi mano trunca.
Sigo creyendo en tu vuelo como en el sol de agosto.
Y como astro sin dueño te despido.
Adiós tristeza mía,
jaula que te dejaste violar por otra música;
mi fuente envenenada, mi hora de la siesta.
Sigo creyendo en ti
como creo en el vuelo rasante de mi mano
o en mi ala partida
o en la rana que salta de la luna a la luna.
Sigo creyendo en mí.
Y como es hora de mejor muerte me despido.
Adiós pájaro jaula pájaro guitarrón
pájaro rana de esta orilla sin norte.
Te dejaré la danza el cundiamor [1]
todo el sol que amanezca desde aquí a la montaña;
te dejaré la herida, el calendario, el eco.
Yo me voy como vine:
entre piedras anónimas
desnudo.
Con los ojos abiertos
me dejaré arrastrar
como una mancha por el río.


[1] Cundiamor: planta trepadora.