jueves, 16 de junio de 2016

II

De modo que soy libre.
Con derecho a la cruz,
al sueño en efectivo,
a las tijeras.
Con derecho a los piojos,
a publicarme en serie,
a hurgarme la nariz.
Libre, como oración de ciego:
con arreglo a silencios y a bemoles.
Me puedo hacer a un lado,
imaginarme el ojal de la grupera,
o zumo de limón
o lirio cobra.

Soy libre. O al menos eso dicen.

El gavilán de mi espada entró en la noche
y el bestiario y las fieras
y la lombriz de tierra:
el aire y el polvo me poseen.

Aire de fiesta que termina o de velorio,
polvo de pájaros al levantar la caza.

 (De "Caballo corrido"; Rio de Janeiro, Brasil - 2005)

domingo, 27 de marzo de 2016

I

Incomoda.
El miedo de antemano,
toda suerte de impuestos,
la sal de la matraca.
El Dios que se desviste de espaldas al espejo,
la mano que lo barre de la cintura abajo.
el dedo ciego que penetra,
las heridas.
Preocupa el verbo que se exhibe,
que carcome.
Los augurios, la jaula de la luz,
y el más allá.
La tos de los (in)fieles me desvela.
La noche de los perros,
las redes de mi cama.
La falsa escuadra de los días,
y los días en falso.

Mi cuerpo indefinido, el adjetivo,
las pajas en mi ojo me confunden.


Me cansan. 
 (De "Caballo corrido"; Rio de Janeiro, Brasil - 2005)

sábado, 12 de marzo de 2016

De 'CABALLO CORRIDO'

Vuelvo al vómito.
Me contrapongo.
Celos y rabias y avaricias burbujean en mí.
(Me) escarbo con maña de gallina clueca.
Y jaraneo:
la mueca de mi instinto me propaga.
Hago las veces de la posta y del que huye.

Me ofrezco: me repito.
Mi espalda es agua viva;
filo que baja y se sumerge y me corrige.
Mi voz, lana de vidrio,
rectángulo que avanza por ejercitarse.
Aprendiz de aprendiz,
me gloso y me conmuevo.

Estoy de vuelta:
obedezco a los tropiezos de mi padre,
a látigos y a simetrías que yo mismo pedí.

Renazco en los claveles y en las piedras que arrojo.
Ni río
ni me quejo de vicio. 

 (De "Caballo corrido"; Rio de Janeiro, Brasil - 2005)

sábado, 29 de septiembre de 2012

PRIMER TESTAMENTO


Estoy aquí, de pie.
Cada día más yo y más distante de mí.
Pero aquí estoy: decidido a quedarme
como una llama entre las llamas.
No saldré con pancartas a las calles
a gritar mi inocencia;
no anidará en mi cuarto sino el tiempo
que se queda dormido;
no tendré una respuesta
ni un pozo de agua salobre donde amarme;
no esperarán por mí ni la ternura
ni el pálido enemigo que levanta las manos;
no seré mi camino.
La libertad no alcanza semejante cordura.
Pero aquí estoy, tan vivo,
multiplicándome como una hierba mala.
Y no me importa el sinsonte [1] que no vine a buscar
ni la historia y su trampa
ni el moriviví [2] de la política.
Aquí estoy. Convencido de mí hasta los huesos.
Y no saldré con pancartas a mentir;
no aplaudiré; no jugaré a la guerra por trofeos;
no mojará mi sudor las palabras de nadie.
No seré yo la huella de otro pie.
Ni su ruido.
Aquí estoy, simplemente. Aquí me tienen.
Aún de carne y hueso:
vulnerable, mortal.
Olvídenme, o todo lo demás.
Que yo no espero:
yo estaré siempre aquí.
Aún haciendo planes como un madrugador:
con una estrella de repuesto en el bolsillo.



[1] Sinsonte: pájaro de canto variado y melodioso.
[2] Moriviví: Sensitiva (planta mimosácea).

miércoles, 26 de septiembre de 2012

LAS VISITACIONES


Vendrán por mí, desfavorables,
disfrazados aún; ángeles del mal olor
van a llegar borrachos como las hormigas voladoras del verano.
Y mi mano caliza no alcanzará la luz para apagarla:
descubrirán entonces que no soy recuerdo
que conservo la espalda
que algo se desenreda en mi lugar como una rosa.
Descubrirán que no estoy solo:
a sus ojos quemados por el frío,
se alzarán mis pichones hasta quebrar de música mi cuarto.
Descubrirán que ya no estoy donde una noche honda, abandonado.
Que yo no era su semilla,
que no se haría el rocío sobre mí.
Y no podrán también donarme sus señales de vueltas.
Y yo veré la pena correr contaminada desde sus uniformes.
Y el resplandor robado de las armas
y algunas órdenes precisas.
Nos miraremos como estatuas vecinas
indiferentes a la luz
y a los gorriones.
Nos miraremos sin vernos:
cuando lleguen será tarde una vez más:
ellos, con el poder al hombro como un falso botín
y otra gacela muerta encadenada
no seguirán sino su frágil camino de regreso.
Y yo no seré yo:
no volverán a cerrarse las puertas de mi horizonte
y de mi rabia.
Algo saldrá detrás de mí
entre el sollozo y la guitarra
hasta otras manos igual de corazones
y de piedras.
Algo.
Todo se irá detrás de mí.
Y ya no habrá fronteras
ni espíritus armados, ni quien piense en un golpe
desfavorable, un día.
Cada locura tendrá su loco en mi país.
Y para siempre. 

domingo, 23 de septiembre de 2012

HOMENAJE / ANÓNIMO


Hubo una vez un árbol con furia de arco iris.
Tenía pecados que morder y pájaros sin fechas y nidos calienticos.
Tenía incluso sombra.
A su vaivén llegamos cualquier día
_posiblemente el último_
como a las pesadillas:
con el aliento justo para decapitarnos
contra el oro fingido de una rama.
Alguno tuvo tiempo y liberó la única paloma
o se tragó botellas con ron y con mensajes.
Otros ni eso: quizá un segundo atropellado
para situar el norte.
Y nada más.

Eso hace mucho tiempo, mucho.
Tanto, que sólo un extravío
conduce a su recuerdo: un árbol no debe
no puede tener furia de arco iris.
¿Porque entonces el rayo?
¿Y la sequía entonces?

Hay ahora un alboroto sordo de auras allá lejos.
Tan allá que casi puedes dibujar una nube.
Una columna triste sube desde el posible rincón de las raíces.
De nosotros quedan fugaces luces _y nocturnas:
escapamos a diario de la gloria
como en las pesadillas.

¿Como en las pesadillas?

¿Habrá otra vez otro árbol...? 

jueves, 20 de septiembre de 2012

ÚLTIMO BOCETO


Arriba, como a punto de irse y ser una metáfora
o un anillo de Einstein
lo único alcanzable para todos:
el cielo, con aviones sin rumbo
y pájaros mediocres que regresan
y amarillos casuales y juguetes.

(Sobra el disparo; sobran las brujas que ascienden
desde cada discurso,
las noches de tormenta y las banderas).

Casi al centro una línea quebrada:
un temblor para que no naufraguen los deseos,
para que asciendan al agua de seguir vivos
el más allá y el infinito y toda fe.

(Los barcos de papel ya tienen puerto
y aún la tierra se parece a una pera).

Más abajo alguien se traga el agua y la devuelve;
y hay compases que recuerdan la ola
y el accidente de la orilla;
todavía se aburre una pelota
y el olor es de cuerpos desnudos
en espera del sol.

(Olvido los dioses, los turistas
la desesperación del salvavidas, y el guardián.
Olvido los que se van o los que llegan,
porque no alcanza el lienzo para tanto desdén.
Y porque es mío el lienzo.
Y porque olvido los límites entre uno y otro verde).

Inocente, me deshago del tiempo:
ignoro quién me despertará cuando despierte:
si una luna o un astro de Miró
o un frente frío, la insolación,
o un policía triste o una garza.
Ignoro si todavía tendré espacio
para la magia de una garza.
Pero voy a pensarla como nunca
desde mi único escondite:
desde el mundo ignorado de la firma. 

lunes, 17 de septiembre de 2012

MARINA Y SUEÑO


Para Santiago, Manolín y por supuesto, el mar.

Es mejor tener suerte.
Que el pez más pez arrastre a uno hasta el orgasmo,
su penitencia
o su enemigo:
hasta ser el temblor de una curruca
o una espina o el sargazo.
Que el mar travesti o golondrina
derrame de una vez su anzuelo verde
y uno tenga esperanza de tierra firme
de una flor, de la esperanza:
aunque el tinte se borre desde el ojo a la espalda
y venga a ser otro recuerdo
del sol que nunca fue
o que olvidamos
o que nos obligaron a olvidar.
Que la espiral del aguacero
se detenga
y suba el agua como un pulpo
hasta el cielo abisal
y uno caiga de bruces, pero alado,
donde comience el día,
un solo día donde hacerse una imagen
o una sombra siquiera:
un contorno que no tengamos que devolver
ni agradecer a nadie.

Que la nube no cambie su aluminio,
que uno esconda su resplandor para la fiesta
que haya siempre un minuto para el relámpago
y el trueno y el fango y la crecida.
Y que aún después nos quede espacio en el dibujo
para hablar solos o correr.

Es mejor tener suerte:
ser uno mismo vapor de agua,
ascender el asombro del mediodía,
caer.

Y que haya siempre una nube a un soplo del suicidio,
y una llovizna joven
y un Nilo con ranas delirantes
y un camino aún por caminar.
Y que haya más:
un mar despierto en cada ojo, en cada madrugada;
y entre esas dos mentiras el pez más pez
hacia atrás, penetrando todas las soledades del Zodíaco.

Es mejor tener suerte:
uno tiene su heraldo, su máscara
necesidad del claroscuro
y el margen de no cumplir pronósticos.

Es posible la deriva o el regreso.

Y aunque no quede sangre por huir
ni quien la necesite
será posible aún
abrirse el pecho a picotazos. 

viernes, 14 de septiembre de 2012

COMO UNA DESPEDIDA


Adiós pájaro seco pájaro de otra muerte
pájaro que una tarde te robaste mi jaula.
Adiós tristeza mía.
Sigo creyendo en ti, tu sed,
el ala en vilo que dejaste sobre mi mano trunca.
Sigo creyendo en tu vuelo como en el sol de agosto.
Y como astro sin dueño te despido.
Adiós tristeza mía,
jaula que te dejaste violar por otra música;
mi fuente envenenada, mi hora de la siesta.
Sigo creyendo en ti
como creo en el vuelo rasante de mi mano
o en mi ala partida
o en la rana que salta de la luna a la luna.
Sigo creyendo en mí.
Y como es hora de mejor muerte me despido.
Adiós pájaro jaula pájaro guitarrón
pájaro rana de esta orilla sin norte.
Te dejaré la danza el cundiamor [1]
todo el sol que amanezca desde aquí a la montaña;
te dejaré la herida, el calendario, el eco.
Yo me voy como vine:
entre piedras anónimas
desnudo.
Con los ojos abiertos
me dejaré arrastrar
como una mancha por el río.


[1] Cundiamor: planta trepadora.

martes, 21 de abril de 2009

ESPEJISMOS


Éramos una esponja corazón
una pisada fósil
el primer y último capullo.
Así a la rueda rueda, la fuente se rompió
así el beso la lágrima el adiós vertical contra la tarde.
Porque un mal / buen día / un no sé cuándo
nos dio alcance el metal de ese pájaro sin fecha
ese clamor ajeno
esa mala palabra:
el binomio fue un surco que no encontró el arado
una sonrisa malva un perro sin huesos
y sin noches.
Eso éramos entonces:
mitades de un satélite muerto,
dos escondrijos en permuta.

Y por si fuera poco un mal / buen / peor día
un me da pena decir cuándo
nos clausuró el camino
el mismo animal ciego:
era una música como de luna llena,
es decir, de uva y de fantasma.

Después no fuimos más:
cómo sobrevivir al polvo sin ser piedra
cómo al rocío sin alma y sin cráteres de luna.

Y ese animal armado a cuatro vientos.

(Ahora jugamos a la ronda sin fin:
somos el rayo y el espejo
la neblina y la piedra.
Lo veo pasar con una sonrisa en olas
hacia atrás,
hasta que el ansia lo consume.
Me ve pasar posiblemente hacia delante
con el rostro tapiado de infinito.
Hasta que el aguacero me detiene).
Y ahí termina, ahí comienza la ronda.
Lo veo pasar, me ve pasar
hasta que el miedo nos borra como humos,
un segundo / un abrazo antes de la meta común.

domingo, 28 de diciembre de 2008

TRANSMISIÓN DIFERIDA


Es hora de noticias.

No sé qué instinto acaba con la noche:
puede que salga el sol,
puede que el ángel de la lluvia se robe tu ventana
que te prohíba el paso,
que no emerjas del sueño;
puede que hasta el otoño:
sus raíces delirios sus pétalos prohibidos se levanten ahora,
desde tu pie sin huella.
Puede ser...
Pero es hora de noticias:
guerras y guerras más o menos jugadas
cañaverales vencidos
concursos premios consignas del mismo carnaval
razones odios, penúltimas venganzas.
En fin, es hora de noticias.
El día entero es hora de noticias,
puntuales, abundantes como hace tiempo el agua.
Pero sin el cristal donde mirarnos las arrugas:
oficiales, con esa mano poderosa / detrás / haciendo muecas.
Noticias de partido.
O noticias partidas: noticias, con minúsculas.

Puede que la esperanza tu absurda
tu poquita esperanza no haya ido a la cita.
Puede ser que el teléfono esté a oscuras;
que te ignore el cartero desde enfrente;
que ni siquiera escape una pelota a tu balcón
y un niño grite como un beso prófugo tu nombre.
Es posible una orquídea
inclusive una orquídea
o suicidarse con la última violeta
o renacer
o morirse de espera en la estación pasada.

Todo es posible.

Hasta el filo quíntuplo de las noticias
la oscura / la falsa tinta oscura de los diarios
o la voz triste del pájaro que las repite.

Hasta la medianoche
y todavía después es hora de noticias.
Hora de cuentos
que van
sin remedio
a envejecer.

(Poema escrito a finales de los años 80 y publicado por primera vez en Fuera de set (Rio de Janeiro, primavera del 2004).

viernes, 20 de junio de 2008

PRONÓSTICO SUICIDA


Está lejos la noche; como que duerme sin alas, rotunda, donde no hay sitio abierto a las nostalgias. Lejos, tan lejos que no es posible deshacerle su estruendo, duerme sin sueño y en espera. Qué suerte la del pobre, la del viento tardío; qué magia la que salva al solitario; qué música esta la de la noche afuera, distante, a solo un pestañear.
(Quédense con nosotros pajaritos de plomo
no nos roben la luna imaginaria
no nos quemen el fuego de nuestro día. No,
pajaritos de ayeres
no se vayan así de solos que es muy tarde
y alguna luz habrá.)
¿O está lejos la noche? ¿Lejos estará el tiempo del buenos días, del beso en los dos ojos, de la mano crecida como un río de mayo? ¿O es otro cuento el horizonte? Vaya usted a saber.

Entre nosotros y la distancia hay una gran distancia. Apenas somos dueños de un espejo suicida y de cuatro paredes: de una danza borracha alrededor y en ese espacio ni la menor rendija.

Pero algo reta nuestros ojos abiertos.
O algo crece al alcance de otros ojos abiertos.
O algo tibio y virgen, casi una puerta
o un prisma o un rumor está a punto de abrirse.
Y nosotros, ahí mismo,
posiblemente ciegos de tanto adivinar,
muertos de vida, amándonos,
a un segundo después de tanto y tanto abismo.

domingo, 15 de junio de 2008

ELOGIO DE LA PALABRA


La palabra es lo de menos;
poca cosa cuando por ejemplo,
se es mudo
o propenso a la ronquera
a perder la voz con el primer norte.
Nada es la palabra
cuando se es sordo
es decir,
incapaz de escucharse uno mismo
sin oídos para oír
o se tiene complejo de perro a conveniencia.
O cuando el vecino más próximo
padece o disfruta
semejantes cotidianas virtudes.

Porque hace falta
un corazón que escuche
y por lo menos una mitad de corazón
que nos responda.
Una respuesta mínima
en dialecto tal vez
pero a tiempo
para saber que existe
algo
más allá o más acá
del aburrido idioma oficial
a que nos confinaron de pequeños.

Es poca cosa la palabra
cuando no se tiene la libertad de usarla,
o sea, cuando no se puede callar, decir que no,
o rajar hasta del Papa.
Y cuando no se tienen, por supuesto,
una tribuna
y cuatro gatos dispuestos a maullar
en desacuerdo.

Porque encima de todo, ahí está el tiempo.
La palabra no es nada frente al tiempo.

Un día va y le dicen que sí
que puede hablar
y usted piensa cree está seguro
que es mentira
que es una trampa más,
que no le van a escuchar sino
como se escucha a alguien que va a morir,
y usted se vuelve mudo o sordo
que es lo mismo.
Porque está convencido de que la palabra
es lo de menos
o porque reconoce sus escasas
posibilidades histriónicas
o porque es pesimista
o porque no tiene ya nada que decir
o porque se niega a repetir
una vez más
como un tambor lo mismo.

sábado, 26 de enero de 2008

DIARIO ADENTRO


El único testigo es un roble
que cuando puede hacer su primavera
se desangra flor a flor
a unos metros del balcón inevitable
como si el rosado no fuera el color
preferido de nadie.

El único testigo pero es sordo
y mudo
y tiene historias:
yo conozco su otoño
la aceleración exacta de su vuelo
los límites oscuros de la sombra.

Pero es el único testigo:
sé que me ha visto todo el frío del cuerpo
cuando abro las puertas al amanecer
y vuelvo al escenario de mis dudas
entre el miedo de un pan
que puede no vencer la pesadilla
y el otro miedo de olvidar mi papel
en un instante de cordura.

Sé que me ha visto al mediodía
destruyéndole el norte a la ciudad
yo puente yo pez yo pájaro blindado
como si la otra orilla se alcanzara de un beso
como si el mediodía no tuviera
nombre y apellidos.

Sé que me ha visto en tardes de aguacero
despedir mis gaviotas
hacerle cruces amarillentas a las nubes.
Que me ha visto mojarme como un tronco
dejando al desamparo mis lágrimas. Lo sé.
Y que no duerme aún cuando a la medianoche
regresan cada vez más desnudos mis fantasmas
y asaltan el balcón
como si cada noche
fuera sábado largo
y tuviéramos fiesta o misa
o un enfermo en casa.

Sé eso y mucho más.
Pero no tengo miedo.

Tanto me enseñaron a no creer
que no creo en un roble
ni aun siendo el único testigo.
Porque no creo en los testigos
ni creo que nadie pueda ser sordo
y mudo y tener historias de por medio.
Lo conozco sé que está ahí que acecha
que puede ser un doble agente. No importa.
No acudiré a los hechiceros en su contra
ni voy a dejar de ser yo
en este mínimo espacio
detrás de los hierros
de mi balcón prestado. No.

Cuando pueda hacer su primavera
que para mí es una estación prohibida
que se suicide pétalo a pétalo
si quiere
aunque necesite todo el silencio
con que hace tiempo acompañamos como prófugos
cada acto de amor.
Ya encontraré yo a quien regalarle sus desechos.
Y cuando sea el otoño
que se resigne y espere como un roble.
Otros muchos otros han esperado
y no han visto sino al tiempo
pasar
con alas de golondrina terca.
Así que qué más da.

De modo que si un día
después de tantos años de vigilia
decide no traicionarse a sí mismo
puede venirse a mi bando sin rumbo
que yo tampoco creo en el rencor.
Y si ese mismo día decide irse solo,
está bien.
Será el último trabajo voluntario de mi vida.
Pero por Dios
que no me robe el sueño
que ahí escondo mis únicas posible alegrías.
Y que tampoco me arruine una mañana
con noticias de periódico oficial,
que los vecinos esperan algo más que heridas
de mi voz.

Hay tiempo.
Para todo hay tiempo
según la magia negra
y los horóscopos.
Para todo hay tiempo en esta vida,
desde que un pobre diablo se levanta
y se asoma al balcón y se lamenta
feliz
de actuar una vez más para los vivos,
hasta que ese/ mismo/ pobre diablo
unas horas más tarde
deja caer sus dudas en la cama
y después de comprobar que cuelgan
puntualísimas
del techo
la luna y sus estrellas,
suspira
y apaga la luz.

domingo, 20 de enero de 2008

DIALÉCTICA


Primero fue la sombra,
un vago movimiento alrededor,
hilo-bitácora, silencio que a la postre
ni nosotros logramos derrotar.
Pero aun al centro de ese espectro
hay vida indispensable y zozobramos.

Después, descubrimos néctares y mieles
salpicados en los cuerpos,
arroyos inocentes,
campos minados por tanta noche junta.
El eco será una cobija
de resonancias fálicas
y riberas oscuras.

No tenemos certeza de la muerte
ni confiamos demasiado en la luz.

Sólo nos une una esperanza:
mañana, con el día,
nos va a desalojar de nuestra cama
el Hombre.