sábado, 26 de enero de 2008

DIARIO ADENTRO


El único testigo es un roble
que cuando puede hacer su primavera
se desangra flor a flor
a unos metros del balcón inevitable
como si el rosado no fuera el color
preferido de nadie.

El único testigo pero es sordo
y mudo
y tiene historias:
yo conozco su otoño
la aceleración exacta de su vuelo
los límites oscuros de la sombra.

Pero es el único testigo:
sé que me ha visto todo el frío del cuerpo
cuando abro las puertas al amanecer
y vuelvo al escenario de mis dudas
entre el miedo de un pan
que puede no vencer la pesadilla
y el otro miedo de olvidar mi papel
en un instante de cordura.

Sé que me ha visto al mediodía
destruyéndole el norte a la ciudad
yo puente yo pez yo pájaro blindado
como si la otra orilla se alcanzara de un beso
como si el mediodía no tuviera
nombre y apellidos.

Sé que me ha visto en tardes de aguacero
despedir mis gaviotas
hacerle cruces amarillentas a las nubes.
Que me ha visto mojarme como un tronco
dejando al desamparo mis lágrimas. Lo sé.
Y que no duerme aún cuando a la medianoche
regresan cada vez más desnudos mis fantasmas
y asaltan el balcón
como si cada noche
fuera sábado largo
y tuviéramos fiesta o misa
o un enfermo en casa.

Sé eso y mucho más.
Pero no tengo miedo.

Tanto me enseñaron a no creer
que no creo en un roble
ni aun siendo el único testigo.
Porque no creo en los testigos
ni creo que nadie pueda ser sordo
y mudo y tener historias de por medio.
Lo conozco sé que está ahí que acecha
que puede ser un doble agente. No importa.
No acudiré a los hechiceros en su contra
ni voy a dejar de ser yo
en este mínimo espacio
detrás de los hierros
de mi balcón prestado. No.

Cuando pueda hacer su primavera
que para mí es una estación prohibida
que se suicide pétalo a pétalo
si quiere
aunque necesite todo el silencio
con que hace tiempo acompañamos como prófugos
cada acto de amor.
Ya encontraré yo a quien regalarle sus desechos.
Y cuando sea el otoño
que se resigne y espere como un roble.
Otros muchos otros han esperado
y no han visto sino al tiempo
pasar
con alas de golondrina terca.
Así que qué más da.

De modo que si un día
después de tantos años de vigilia
decide no traicionarse a sí mismo
puede venirse a mi bando sin rumbo
que yo tampoco creo en el rencor.
Y si ese mismo día decide irse solo,
está bien.
Será el último trabajo voluntario de mi vida.
Pero por Dios
que no me robe el sueño
que ahí escondo mis únicas posible alegrías.
Y que tampoco me arruine una mañana
con noticias de periódico oficial,
que los vecinos esperan algo más que heridas
de mi voz.

Hay tiempo.
Para todo hay tiempo
según la magia negra
y los horóscopos.
Para todo hay tiempo en esta vida,
desde que un pobre diablo se levanta
y se asoma al balcón y se lamenta
feliz
de actuar una vez más para los vivos,
hasta que ese/ mismo/ pobre diablo
unas horas más tarde
deja caer sus dudas en la cama
y después de comprobar que cuelgan
puntualísimas
del techo
la luna y sus estrellas,
suspira
y apaga la luz.

domingo, 20 de enero de 2008

DIALÉCTICA


Primero fue la sombra,
un vago movimiento alrededor,
hilo-bitácora, silencio que a la postre
ni nosotros logramos derrotar.
Pero aun al centro de ese espectro
hay vida indispensable y zozobramos.

Después, descubrimos néctares y mieles
salpicados en los cuerpos,
arroyos inocentes,
campos minados por tanta noche junta.
El eco será una cobija
de resonancias fálicas
y riberas oscuras.

No tenemos certeza de la muerte
ni confiamos demasiado en la luz.

Sólo nos une una esperanza:
mañana, con el día,
nos va a desalojar de nuestra cama
el Hombre.