jueves, 27 de julio de 2006

TRES ESCENAS


Estos tres textos son también de Fuera de set, mi libro fósil.

ESCENA PRIMERA

Algo hay detrás de la ventana. Una sombra dispuesta a la otra muerte; algún trozo de luz vedando los abismos. Pero algo hay delante de este hueco final que nos descubre. Un ruego en el vacío; júbilos que por ciegos no podemos plantar en la memoria. Pero hay algo. Inevitablemente. No tenemos noción exacta de sus filos; seríamos incapaces de aclarar la ventana; tolerar que se cuele en nuestro cuento; verle acomodarse entre los dos. Pero está ahí, a un miserable ademán y ya será imposible todo intento de echarle: volvemos a ser los mismos cómplices. Y amar no es precisamente una coartada.

ESCENA SEGUNDA

Tanto sol no cabe ni apilado en dos círculos grises del insomnio; en dos menudos agujeros de puro invento cuando a solas. Tanto sol exige campo no cercado para despejar, pradera en mayo, horizonte perdiéndose a los vientos. Y como abandoné mis tierras en la última aventura y no tengo vocación de entretiempo, y no soy nube que se siembra en el resplandor y nada ocurre... Y como sólo tengo esas dos ilusiones minúsculas pero mías de que hablaba y en sus bordes no puede procrear el sol, me instalo aquí, convertido en sombra, anhelante, seguro de que alguien, una sombra mayor, otra mirada, alguien en fin, va a recoger del asfalto mi temor, y compartirlo.

ESCENA TERCERA

Hace siglos llevo esta muchacha a la grupa, le hago espacio en mi almohada y programo su visita. Pero ella no ha saltado al abandono: zona trivial en donde apoyo y labios son un mismo punto interminable; ella, personaje de intrigas que insisto en olvidar. Así, cuando tropiezo con su risa en la calle y atracan abrazos no previstos para esta hora de llovizna morosa, soy la misma víctima de siempre: después vendrán silencios, turbaciones, apuros en los que no es posible arrinconar deseos. También nos vamos, cada uno a su paz de familia prohibida. Porque hace mucha vida nos monta al pelo el único caballo, y no aprendemos de una vez a llevarle las riendas.

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