martes, 10 de octubre de 2006

LA CASA

Está distante.
No distinguimos ni siquiera el humo,
la cal de las paredes.

No es precisamente una casa:
la trazamos de noche para fríos
o cuando alguna tregua
porque no está bien
abdicar de las heridas.

La casa está distante.
Nadie sabe a qué hora.
Ni quién pondrá a cocer el plato inaugural,
quién librará de polvo las paredes.

Valga que somos muchos
y alguno habrá decidido a llegar,
abrir las puertas
y quedarse.

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