viernes, 10 de noviembre de 2006

VITAL


El pájaro es nocturno, inmaterial, blindado:
a prueba de hombres lo siento deslizarse por la puerta,
dejada en su sitio la víspera bajo promesa de cerrar puntual
y a esta hora pared limpia, invisible.
Llega con aromas tiernos a partir de las alas
y lo sorprende el susto de los gallos.

Diurno es el pájaro, con manías de títere:
rajado el traje de amianto, todopoderoso, lejano,
lo imagino al hombro en roles de balanza:
las puertas huecas, retadoras. Se posa desde cualquier matiz
y lo despierta un arco distraído de luna.

El pájaro no es. O es simplemente pájaro.

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