a Reina María
Mis amigos no alcanzan
para tantas clasificaciones.
A lo sumo hay dos grupos:
aquellos de hace siglos
cuando encallaba el coronel [1]
repleto de luna a mitad de una charca,
y quienes cargaron por el tiempo de un gesto
mi vocación de hombre, que es reciente.
Dos bandos, pero mueren
en auténtico desorden,
como sólo a ellos se les puede permitir.
Todos,
a un lado derechos de antigüedad
y correspondencias más o menos truncas,
son regulares, malos
muy malos
y sobre todo tristes.
No obstante, tú sabes
que hay algunos difíciles, rebeldes,
ganados en combate desigual.
Son tan pocos que asustan.
Van conmigo en un puño
y no me atrevo a encasillarlos
porque cada cual es un círculo
y al menor intento de poner un espejo colectivo
corro el riesgo imperdonable de perderlos.
[1] coronel: (Cuba) Cometa de gran tamaño.
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