martes, 20 de febrero de 2007

SALMO SEGUNDO

(De Jesús, no Cristo)

Tuya es la noche, amigo mío;
este pedazo de viajeros borrosos
ensartados a la vigilia como espigas.

Tuyo el recuerdo de los muertos,
los pleitos de mamá;
tuyo el arroz amarillo desde el pueblo.

De ti el susto de la cena,
el egoísmo de mi séptimo café mezclado.

Noviembre ridículo
y una dirección prestada donde hallarme.

En tus manos dejo el contorno de los míos,
que son pocos pero a prueba de años.

Y dejo el fragmento de adioses que te toca.

Acuérdate de mí, Jesús,
y no temas la muerte de tus ojos.
Que habrá un montón de noches
hasta el próximo sábado.

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