martes, 29 de agosto de 2006
ÚLTIMO ENCUENTRO
Me propone un país nocturno-gavilán
una montaña desplomándose,
lava, y pulmón para buscarla.
Me ofrece el insólito riachuelo
que podré ahogar dos veces.
Una tabla de salvación podrida.
Me brinda mamoncillos [1] goteando
camino pronto y al final mediodía.
El metal transparente de la huída.
Un cohete fotónico para olvidar.
Luego se va, porque siempre hay sapos [2]
que hacen señas con ánima de “date prisa”.
Y uno se conforma qué diablos puede hacer
con un yogur sin la zancadilla polar del monstruo dulce,
que es como un vaso de cumplidos.
Y piensa, aún la hoja picante de la mano
posiblemente a un suspiro del fuego,
babieca, por enésima vez:
vamos a ver si cumple.
[1] mamoncillo: (Cuba) Fruto del árbol homónimo, pequeño, redondo, de cáscara dura y pulpa jugosa, comestible.
[2] sapo: (Cuba) Persona que molesta con su presencia a una pareja de enamorados.
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