Soy hombre no liebre, no toro, no caballo.
Hombre ordinario, de cuerpo justo.
Animal de nostalgia y corta voz.
Acostumbrado a ver el amor con ojos cenicientos,
virgen de alguna parte todavía
y confiado en no ceder
al vicio de ser macho,
aguardo una mujer común,
de olores neutros.
Mujer no corza, no burra, no elefante.
NOTA: Este poema fue publicado por Ficcioneros y
Margen Cero.
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