domingo, 23 de septiembre de 2012

HOMENAJE / ANÓNIMO


Hubo una vez un árbol con furia de arco iris.
Tenía pecados que morder y pájaros sin fechas y nidos calienticos.
Tenía incluso sombra.
A su vaivén llegamos cualquier día
_posiblemente el último_
como a las pesadillas:
con el aliento justo para decapitarnos
contra el oro fingido de una rama.
Alguno tuvo tiempo y liberó la única paloma
o se tragó botellas con ron y con mensajes.
Otros ni eso: quizá un segundo atropellado
para situar el norte.
Y nada más.

Eso hace mucho tiempo, mucho.
Tanto, que sólo un extravío
conduce a su recuerdo: un árbol no debe
no puede tener furia de arco iris.
¿Porque entonces el rayo?
¿Y la sequía entonces?

Hay ahora un alboroto sordo de auras allá lejos.
Tan allá que casi puedes dibujar una nube.
Una columna triste sube desde el posible rincón de las raíces.
De nosotros quedan fugaces luces _y nocturnas:
escapamos a diario de la gloria
como en las pesadillas.

¿Como en las pesadillas?

¿Habrá otra vez otro árbol...? 

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